segunda-feira, fevereiro 11, 2008

lorca (2)

bodas de sangue


(Aparece la NOVIA. Viene sin azahar y con un manto negro.)

VECINA.-(Viendo a la NOVIA con rabia.) ¿Dónde vas?

NOVIA.-Aquí vengo.

MADRE.-(A la vecina.) ¿Quién es?

VECINA.-¿No la reconoces?

MADRE.-Por eso pregunto quién es. Porque tengo que no reconocerla, para no clavarla mis dientes en el cuello. ¡Víbora! (Se dirige hacia la NOVIA con ademán fulminante; se detiene. A la VECINA.) ¿La ves? Está ahí y está llorando, y yo quieta sin arrancarle los ojos. No me entiendo. ¿Será que yo no queria a mi hijo? Pero ¿y su honra? ¿Dónde está su honra? (Golpea a la NOVIA. Esta cae al suelo.)

VECINA-¡Por Dios! (Trata de separarlas.)

NOVIA.-(A la VECINA.) Déjala; he venido para que me mate y que me lleven con ellos. (A la MADRE.)
Pero no con las manos; con garfios de alambre, con una hoz, y con fuerza, hasta que se rompa en mis huesos. ¡Déjala! Que quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré loca, pero que me pueden enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la blancura de mis pechos:

MADRE.-Calla, calla; ¿qué me importa eso a mí?

NOVIA.-¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos. (Entra una vecina.)

MADRE.-Ella no tiene la culpa, ¡ni yo! (Sarcástica.) ¿Quién la tiene, pues? ¡Floja, delicada, mujer de mal dormir es quien tira una corona de azahar para buscar un pedazo de cama calentado por otra mujer!

NOVIA.-¡Calla, calla! Véngate de mí; ¡aquí estoy! Mira que mi cuello es blando; te costará menos trabajo que segar una dalia de tu huerto. Pero ¡eso no! Honrada, honrada como una niña recién nacida. Y fuerte para demostrártelo. Enciende la lumbre. Vamos a meter las manos: tú, por tu hijo; yo, por micuerpo. Las retirarás antes tú. (Entra otra vecina.)

MADRE.-Pero ¿qué me importa a mí tu honradez? ¿Qué me importa tu muerte? ¿Qué me importa a mí nada de nada? Benditos sean los trigos, porque mis hijos están debajo de ellos; bendita sea la lluvia, porque moja la cara de los muertos. Bendito sea Dios, que nos tiende juntos para descansar. (Entra outra vecina.)

NOVIA.-Déjame llorar contigo.

MADRE.-Llora. Pero en la puerta.



Federico Garcia Lorca

1 comentário:

JulieSkywalker disse...

Simplesmente incontornável, sem dúvida, um dos mais belos textos de sempre...


É impossível ficar indiferente a esta grande obra, bem como ao seu autor, um grande dramaturgo, um grande poeta, um grande Homem...


Impossível não amar Lorca.


Beijinho